Porras y pelotas de goma contra urnas y papeletas. Un Estado con el monopolio de la fuerza contra un pueblo autoorganizado para poder votar. Hay muchas maneras de describir el choque que supuso el referéndum del 1 de octubre del 2017, una jornada que, en muchos sentidos, marcó un antes y un después en la historia de Catalunya.
Este es un relato cronológico realizado por elnacional.cat de algunos de los momentos claves de aquellas 24 horas, del día en el que el Estado del “a por ellos” se convirtió, a ojos de la comunidad internacional, en “la vergüenza de Europa”.
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Miles de personas acampan en escuelas de todo el país. Ante la orden del fiscal general del Estado de cerrar los colegios el viernes, se organizan actividades durante todo el fin de semana, muchas de ellas en coordinación con los recientes CDR (entonces Comités de Defensa del Referéndum). Según la organización Escoles Obertes, hay 1.134 colegios abiertos. Los Mossos ya han avisado de que los colegios se tienen que desalojar a las seis de la mañana del domingo.

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Pasada la medianoche y por sorpresa, el president Carles Puigdemontaparece en la Escola Verd de Girona, donde estudian sus hijas. “Ver que mi colegio, el colegio de mis hijas, está a pie de calle es para mí un motivo de orgullo y de emoción”, asegura el jefe del ejecutivo, que es recibido con aplausos por los que pasan la noche en el centro de votación. El momento es recogido en las redes sociales por varios testigos.
https://twitter.com/zuvielzirkus/status/914260116286951426
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Un grupo de quince ultras irrumpe en el IES El Calamot de Gavà, donde varias familias pasan la noche. Hacen ruido, golpean las puertas, llaman consignas fascistas y rompen algún cristal. Los Mossos los identifican y se acaban yendo.
La presencia de la extrema derecha es cada vez menos anecdótica: a medida que se acerca el 1-O, ha ido saliendo a las calles y protagonizando acciones violentas, como el ataque a Catalunya Ràdio.
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Una ochentena de furgonetas de la Guardia Civil salen del Puerto de Barcelona, donde se alojan en el famoso barco del Piolín. El despliegue policial del Estado, que no tiene competencias en orden público en Catalunya, es mayúsculo. En el marco de la llamada Operación Copérnico, según el anterior ministro del Interior Juan Ignacio Zoido, han sido desplazados a Catalunya 6.000 agentes de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. El operativo tiene un coste, siempre según Zoido, de 87 millones de euros. Son enviados a Catalunya al grito de “a por ellos”.